Los mexicanos debemos sacudirnos la idea de la que corrupción es parte inescapable del destino de México.
Cuando un tema se vuelve centro del debate público, suelen observarse dos cosas: todos los que participan en el debate tienen una visión, y por lo tanto una opinión, aunque pocos conocen a fondo el tema o se avocan a estudiarlo. Así surgen los mitos sobre los temas en boga.
El problema de los mitos es que suelen crear convicciones, y afectan la creación de soluciones reales y eficaces para problemas complejos. Estos son los 10 mitos sobre el combate a la corrupción:
- La corrupción es provocada por servidores públicos deshonestos o inmorales que quieren enriquecerse. Ojalá fuera tan sencillo. Si esta fuera la causa más importante, la medida sería muy simple: cuidemos quién entra al servicio público. En realidad, se trata de un fenómeno provocado por circunstancias propicias e incentivos equivocados.
- La corrupción es un asunto cultural. Me niego rotundamente a aceptar que existe algo en la “mexicanidad” que nos mueve a ser corruptos. Todos hemos participado de una u otra manera alguna vez, pero eso no lo hace parte de la cultura mexicana o latina. Eso la convierte en un mal epidémico, mas no endémico.
- La corrupción es un problema de los países en vías de desarrollo. Falso, es un problema de todo tipo de organismo pluripersonal que tiene que equilibrar la competencia natural entre los intereses privados y los intereses institucionales.
- Lo que hace falta para combatir la corrupción es voluntad política. En efecto se requiere de voluntad para cambiar el rumbo de México, pero hace falta mucho más que eso. Se trata de un profundo cambio de paradigma que implica rediseñar por completo el modelo de Estado que tenemos, y la forma de concebir el servicio público.
- Existen niveles aceptables de corrupción que le permiten mayor eficacia al sistema. Quizá es imposible erradicar la corrupción al cien por ciento, pero eso no puede traducirse en la aceptación del fenómeno, y menos como elemento de eficacia. La corrupción por su naturaleza genera inseguridad. No tiene reglas, no tiene parámetros ni estándares. No tiene entes “reguladores”, por lo tanto, si genera inseguridad, es ilógico considerarla, así sea en un porcentaje pequeño, como herramienta de eficacia.
- La corrupción se combate con mano dura. Cero tolerancia es la traducción eufemística. Esto no es mas que una bravuconada que impide ver el fondo y las causas. De muy poco sirve meter “peces gordos” a la cárcel, si el sistema que les permitió crecer y nadar a sus anchas sigue intacto.
- Existen países exitosos en el combate, por eso, en lugar de inventar una solución a la mexicana, copiemos lo que ha funcionado en otros países. En efecto es una actitud sana la de diseñar instituciones con atención a las mejores prácticas internacionales, pero el fenómeno en cada país tiene distintas causas, contexto, circunstancias, formas y consecuencias. Por eso, se requiere de sistemas nacionales, creados a la luz de un entendimiento serio del fenómeno
- Es imposible que los políticos (que son aquellos que más se benefician de la corrupción) quieran cambiar las reglas. Esto es cierto hoy, en México. Sin embargo, en los países en los que la sociedad civil dice “Hasta Aquí”, y eleva el costo de la corrupción al nivel de terminar con carreras políticas, las respuestas de la clase política se hacen inevitables.
- No somos Finlandia. En efecto, somos México, y en ningún lado está escrito nuestro destino como nación plagada de corrupción, pobreza o injusticia. Finlandia, como otras democracias exitosas, lleva años construyendo instituciones, estructuras y leyes que sí aplica, que han puesto los incentivos en el lugar correcto. Los finlandeses tampoco son endémicamente éticos. Han convertido la ética privada y pública en una forma de vida, en todos los ámbitos.
- Los políticos tienen que hacer algo para cambiar este país. Falso, las soluciones reales siempre parten de una sociedad civil informada, que encuentra los canales de comunicación y presión con la clase política. En las democracias exitosas, la clase política es el intérprete de las demandas y necesidades sociales, que tiene la encomienda de convertir las soluciones en leyes y políticas públicas.
Concluyo con 5 realidades que deben darnos causa y motivo:
- La corrupción es el gran cáncer que corroe la capacidad del Estado mexicano para crear mejores condiciones de vida para todos. No es un crimen sin víctimas. Cada acto corrupto, además de crear beneficios ilegítimos para alguien, crea costos y perjuicios para todos.
- Hacer justicia en cada caso que se presenta, es la única manera de regresar legitimidad y credibilidad al Estado democrático de derecho.
- Es un fenómeno multifactorial y multicausal, y así deben concebirse las soluciones. No hay soluciones mágicas, pero tampoco hay fenómenos sociales inatacables.
- El diseño del sistema para combatirla, debe partir de las mejores prácticas y experiencias internacionales, pero debe crearse con base en un profundo conocimiento y entendimiento del fenómeno propio de México.
- Y finalmente, los mexicanos debemos sacudirnos la idea de la que corrupción es parte inescapable del destino de México. Es posible construir un país mejor.
Origen: 10 mitos sobre el combate a la corrupción – Instituto Mexicano para la Competitividad A.C.
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